lunes, 2 de marzo de 2009

Un jueguito


Me encantó este juego:
Si pudieras en una conversación reunir a tu “Yo” presente con tu “Yo” pasado (ese yo no responde estrictamente a la distinción psicoanalítica entre yo, ello y súper yo, sino que justamente comprende a las tres dimensiones como sinónimo de personalidad integral)… ¿Qué crees que se dirían? ¿Qué te dirías? ¿Te advertirías sobre algo? ¿Procurarías conservar ciertas cosas?
Creo que yo particularmente, tendría muchas cosas para decirme y también muchas para callar, para ocultar…Creo que incluso, trataría de sortear la tentación de reducir la sorpresa e incrementar el control. Finalmente cedería a la tentación puesto que…al fin y al cabo, no se puede, al menos por ahora, modificar el pasado y solo me tengo en el presente en todas mis dimensiones. Pensándolo así, dicha conversación no pasaría de ser hipotética, una interesante ficción.
¿Qué le diría aquella niña de limitado vocabulario y casi ilimitada imaginación a esta mujer de hoy?
Creo que si me pensara en aquel entonces, lo más importante para decirme sería lo siguiente:
Punto número uno: recuerda siempre que no hay límites para los sueños.
Número dos: no renuncies nunca a la felicidad plena.
Número tres: no te conformes nunca con solo cumplir.
Número…: recuerda estar siempre en cada uno de los detalles.
Número…: ten siempre presente que eres tu centro aunque no el del mundo.
Número…: procura siempre conservar los significados.
Número…: hay pocas cosas en la vida que valen una gran tristeza.
Número…: esfuérzate mucho para que el miedo solo te ocupe unos segundos.
Número…: que ninguna experiencia insatisfactoria deje en vos una gota de cinismo.
Número…: Finalmente…tienes todo el tiempo del mundo para todo lo que te propongas.

Y a su vez, esta mujer que debería haber ganado en experiencia y haber perdido en inocencias, cómo le hablaría?
Le diría que los límites no lo son tanto para los sueños como para las realidades pero que casi todos pueden ser franqueados.
Que la felicidad es un instante, que pasa tan rápido que a veces ni nos damos cuenta que la sentimos, que por suerte no es una sola sino varias y que precisamente vivimos para esos instantes y que por lo tanto…tenemos que estar muy atentos para poder sentirla en plenitud. Le diría que no lo sabe pero que algún día se dará cuenta de que a veces fue una niña melancólica con una infancia muy feliz.
Que como no todo en la vida es felicidad y satisfacción, también hay espacios en los que solo se cumple.
Que lo de mirar los detalles es siempre un desafío porque nos atiborran con imágenes.
Que a veces cuando el conflicto con nosotras mismas no nos deja ver con claridad, no esta del todo mal hacer de los otros tu centro porque finalmente uno ya esta en ellos y ellos pueden ayudarte a encontrarte. Y que en realidad el centro es el mundo.
Que las palabras y los conceptos, viviendo, se resignifican.
Que con la conciencia cada vez más habitada te invade la sensación de que pocas cosas son tan puras para valer una gran felicidad.
Que el miedo ocupa muchos segundos cuando se multiplican porque incursionas en cosas nuevas y que justamente cada cosa nueva es vital.
Que el cinismo es casi una condición para salir del estado de naturaleza y que casi siempre se va a sentir desgarrada por el deseo de ser siempre un poco incivilizada.
Que el tiempo no existe, que solo hay un sistema de medición de sucesiones que nos inventamos para recordarnos que debemos aprovechar el infinitesimal suceso que somos.

Si alguien tiene ganas de jugar también, esta gustosamente invitado.

M.J.