¿Quién puede resistir al embelezo?
Nunca la deshojaron con autoridad…por siglos la resguardaron unas manos tranquilas y la inmortalizaron.
Cada vez que se abre un diario sobre ella se madura.
Cada vez que alguien palpa sus cuerdas, su copla enamora y su poder absoluto se cobija en sus entrañas furiosas como lánguidas.
Ahuecada acuna fervorosos oníricos momentos.
Mil escorpiones no superarían su veneno.
Su materia es longeva, sus formas corrientemente novedosas.
Una rosa cálida y tenue es la culpable.
En ella se remonta en vuelos antiguos, vuelos que ya se han estrellado.
La acusada responde: “Culpable es usted que me busca cuando ya más no puede. Búsqueme en plenitud y me encontrará eterna y revitalizante…con mis hojas ausentes y mis pétalos añejos y usted en plenitud, retomaremos sueños”.
Abunda la defensa ante los letales y evidentes efectos, sin embargo…ilusa…ella solo quiere escuchar: “Ya no te aborrezco rosa, ya no me dueles rosa, solo admiro tu belleza rosa, lo estoy intentando rosa…”
Para su pesar, día a día es hincada con un “en ti ya no confío”, “no nos hablemos por un tiempo”…y se pone a dormir porque día a día ocurre después de ese tiempo y no le vale tanto ese angustioso intermedio.
No te desintegres rosa, cualquiera que te sabe o te supo piensa que nada se compara a ti, rosa.
Tú sigue mutando rosa…te sienta muy bien buscar saludables cobijos.
M.J.